Supón que en un trabajo productivo te encuentro en tu pañuelo singular y luego de ese instante decisivo, supón que no te dejo de mirar.
Supón que tanto tu fulgor persigo que aplasto un surco y tengo mi sermón, que corto un fruto tierno, que me olvido de mi sombrero bienhechor y no reparo en el calor de la hora en que se prende el sol: supón que agua al fin te pido y supón que ya eres mi canción.
Supón que me presento como amigo, que te pregunto nombre y profesión, que miro al suelo y digo que ha llovido u otro comentario sin razón.
Supón que me has mirado comprensiva pero no tienes nada que agregar. Supón que entonces hablo de la vida como queriendo aparentar que tengo mucho que contar, que soy un tipo original. Supón que ríes divertida y supón que ya eres mi canción.
Supón que hay una tarde para el cine y que he llegado una hora después, porque la ruta extraña en la que vine no era para acá, sino al revés.
Supón que la pantalla te ilumina, que rompe y que sujeta tu perfil. Supón tu mano un ave recogida, y un cazador, sin más fusil que un dedo tímido, va a abrir el sí o el no del porvenir. Supón que no eres sorprendida y supón que ya eres mi canción.
Supón que la fortuna es nuestra amiga y que de tres a cinco puede ser. Tu padre parte, fumo yo en la esquina: la puerta, contraseña y tú, mujer.
Supón que entro y que nos abrazamos. Supón que todo está por agotar: es la primera vez que nos amamos. Pero supón que hablo sin parar, supón que el tiempo viene y va, supón que sigo original. Supón que no nos desnudamos y supón que ya eres mi canción.
Compositor: Silvio Rodriguez Dominguez ECAD: Obra #55779