Alberto aquí te recuerdo con cariño, emocionado, recordando aquel pasado donde solías tallar con los nenes de cien barrios porteños que te aclamaban y que tu nombre coreaban al escucharte cantar... Alberto, vos sos el mago, sos el rey, sos el abrazo del tango que es un pedazo de tu propio corazón. Por eso es que en la nostalgia de mi mundo arrabalero seguís al frente, primero, siempre serás el campeón.
Vos sos la escencia del barrio que salió por esos mundos, llevando en lo más profundo de tu alma una canción. Nunca cambió tu postura, ni en la mala ni en la buena llevás un tango en tus venas y en tu pecho un bandoneón... Eras el cantor del pueblo y de mi barra querida, la que siempre te seguía para escucharte entonar. Aun resuena en mis oídos de esa barra el estribillo. "¡Vamos que Alberto Castillo hoy canta en el Luna Park!"
Cuando el tango anduvo enfermo ahí nomás diagnosticaste y enseguida lo operaste, por que vos eras Doctor. Con los cortes que le diste, cómo lo resucitaste y a pulso lo levantaste con cariño y con amor. Hermano te doy las gracias más profunda y más sentida por ser parte de mi vida, por tu estilo, por tu voz, por tu calor, tu arrogancia, por que has dado tanto y tanto, por la honradez de tu canto y tu garra de cantor!