Esta zamba canto a mi tierra distante cálido pueblito de nuestro interior tierra ardiente que inspira mi amor, gredosa, reseca, de sol calcinante, recordando esa tierra quemante resuena mi grito: ¡que calor!
Como te recuerdo mi lindo pueblito con tu aire húmedo y denso de día noches cálidas de fantasía pobladas de máquinas de encanto infinito y el cantar de tu fresco arroyito, salvo en los diez meses de la sequía. Siempre fue muy calmo mi pueblo adorado, salvo aquella vez que paso el huracán, viejos pagos, ¡que lejos están! mi tierra querida, mi dulce poblado, tengo miedo que hayas cambiado después de la ultima erupción del volcán.
Tierra que hasta ayer mi niñez cobijabas siempre te recuerdo con el corazón, aunque aquel arroyito dulzón hoy sea un hirviente torrente de lava que por suerte a veces se apaga, cuando llega el tiempo de la inundación.
Los hambrientos lobos ahullando estremecen, cuando son mordidos por fieros mosquitos, no se puede dormir por los gritos de miles de buitres que el cielo oscurecen, siempre algún terremoto aparece y al atardecer llueven meteoritos.
Y si a mi pueblito volver yo pudiera a mi viejo pueblo al que no he regresado si pudiera volver al poblado que siempre me llama, que siempre me espera, si a mi pueblo volver yo pudiera, no lo haría ni mamado.