Carolino Fuentes fue admirado como guerrero y temido como payador. Era diestro con la lanza y siniestro con la guitarra. Durante las luchas civiles Fuentes comandó un batallón de lanceros auspiciado por la corona británica para ser contratado alternativamente por unitarios y federales. Se llamaban los "Free Lancers", y eran famosos por sus ponchos reversibles. Cierta vez, un emisario de los federales le ofreció a Carolino Fuentes una bolsa de libras esterlinas para que destruyera a un temible jefe unitario: el comandante de los Free Lancers, que en realidad era el mismo Fuentes. Fuentes, ávido de dinero, aceptó el pacto y se tendió él mismo una emboscada. La planeó cuidadosamente, ya que se sabía muy despierto y ladino. Una fría mañana de agosto, cabalgando sobre un puente que él mismo había serruchado, al oír el crujido de las maderas que se derrumbaban gritó: "¡Ahijuna, no me saldré con la mía...!" Pese a lo cual cayó en poder de sus propios hombres. Por suerte él estaba ahí... y se perdonó la vida. El mismo Fuentes solía decir después: "Ese día, por ser blando, me perdí una fortuna". Carolino Fuentes es autor del triunfo "La yegua mía".