Con su mejor vestido bien planchado, iba temblando de ansiedad sus lágrimas corrían a los lejos gemidos de perros y de bocinas el parque estaba oscuro y la ciudad dormía.
Apenas quince años y su vida marchita el hogar la aplastaba y el colegio aburría en pasillos de radios su corazón latía deslumbrando sus ojos los ídolos del día.
Los fríos traficantes de sueños en revistas que de la juventud engordan y profitan torcieron sus anhelos y le dieron mentiras la dicha embotellada, amor y fantasía.
Apenas quince años y su vida marchita...
Huyó, Carmencita murió en sus sienes la rosa sangró partió a encontrar su ultima ilusión.
La muchacha ignoraba que la envenenarían que toda aquella fábula no le pertenecía, conocer ese mundo de marihuana y piscina con Braniff International viajar a la alegría.
Su mundo era aquél, aquél del barrio Pila de calles aplastadas, llenas de griterías su casa estrecha y baja, ayudar la cocina mientras agonizaba otros se enriquecían.