Es pájaro nocturno con esmoquin de alquilar, su boca huele a musgo de rincones de ciudad. Recuesta su figura sobre un piano fantasmal, y canta y gesticula algún tango pasional, y las parejas mustias se entrelazan y se van, y el pájaro termina su gorjeo en soledad.
Debajo de la seda de su esmoquin de disfraz,* no hay más que piel obrera donde aún se ve la cal. Saluda hacia las mesas, pasa por caja a cobrar, y trepa la escalera, se lo traga la ciudad.
Al alba la cerveza lo acompaña en algún bar, y cuelga de una silla su quimérico disfraz. Su rostro es cotidiano, sin leyendas que contar, sus gestos son vulgares, se diría que no es más que un hombre haciendo tiempo, sin saber bien qué esperar, bebiendo una cerveza infinitamente real.
Debajo de la seda de su esmoquin de disfraz,* no hay más que piel obrera donde aún se ve la cal. Saluda hacia las mesas, pasa por caja a cobrar, y trepa la escalera, se lo traga la ciudad.
Es pájaro nocturno con esmoquin de alquilar, su boca huele a musgo de rincones de ciudad.
* Alfredo Zitarrosa dice “Debajo de la tela de su esmoquin de alquilar”.