Tenías el vestido mas horrible de todo el tendido, yo trataba de llamarte la atención de algun modo oportuno, pero (tú) solo tenias ojos para el joven matador de toros, el tercio de los sueños ya se había terminado para mí; no me digas que es muy pronto son las 7 de la tarde aquí en España; no me extraña que seas asi y te rías de mi otra vez, no me tengas piedad porque soy de verdad y me puede hacer mal; Algunas veces vengo a ver los toros muy tranquilamente me siento en el tendido y no me falta un Farias entre los dientes, pero aquella tarde resultó distinta a cualquier otro San Isidro, el tercio de los sueños se había terminado par mí; es que tu no te das cuenta tu mirada inocente no me engaña, no me extraña que seas así y te quedes conmigo otra vez. si hoy me dices que sí bajo al ruedo por tí a matar a la res; a veces siento que me hago viejo muy rápidamente desde que colgue mis años salvajes en un clavo en tu frente, por qué aquella tarde resultó distinta a cualquier otro San Isidro? el tercio de los sueños tiene dueño siempre suele ser así; hay un hombre que recuerda que aunque la memoria muerde y no le engaña, en la tela de araña cayó y la mantis ya se lo comió, no le tuvo piedad y después de jugar se lo desayunó.
Compositor: Andres Calamaro Masel ECAD: Obra #285339