Se trata cósmicos de ser más fértiles, de no ser tímidos, de ser más trópicos, de ir a lo pálido, volverlo térmico, sentirse prójimo de lo más lúdico,
con verdes lápices trazar el ámbito de lo que mágico rompe los límites, buscar lo hidráulico de lo volcánico, librar la métrica, cambiar de sílabas.
Y con elásticas formas anárquicas tocar lo afónico que suene homérico, fundar metáforas, crear la hipótesis de que lo asmático se vuelva oxígeno.
Situar la brújula al sur paupérrimo, armar las síncopas contra los déspotas, cambiar la tónica por una séptima, tocar en triángulo sones esféricos.
Y a los dogmáticos tan poco orgásmicos, casi ni eróticos de ser tan púdicos, a esos acríticos de sesgo andrógino decirles ”gélidos, no sean retrógrados”.
Y con armónicos cantar bien nítido contra lo frígido luchando tórridos, con armas múltiples llamando cálidos fondos oceánicos de lo más lúbrico.
El ritmo cíclico del vals esdrújulo es cual la sístole que va a la diástole, todo cardíaco de andar eufórico, nada presbítero, más bien sacrílego.
Amando nínfulas que sueña grávidas, el vals acróbata cruza los vértices llamando gráciles criaturas prístinas, seres prolíficos de lo aún inédito.
Y a los arácnidos volverlos líricos y a sus ejércitos juzgarlos rápido mediante un árbitro de juicio ecuánime que encierre en cárceles impunes pérfidos.
Y los políticos de gesto tránsfuga, los impertérritos, los siempre cómplices caerán patéticos en lo espasmódico cuando lo enérgico les corte el tránsito.
Con lo poético del vals arrítmico, que está en lo crítico de sus propósitos, no pueden síncopes ni golpes fúnebres, ni es por patíbulos que quede acéfalo.
Ni es por trifásicas que olvide históricas luchas titánicas por lo inalámbrico, por lo que ubérrimo se alza eufórico y anuncia próximos cambios históricos.
Cuando el pobrísimo tome las cúpulas y los famélicos tomen las Áfricas y los indígenas tierra amazónica y los mecánicos tomen las fábricas y los utópicos salgan del prólogo y los daltónicos pinten lo nítido y los chuequísimos bailen de júbilo
ya lo terrícola será libérrimo cual ritmo cíclico de un canto esdrújulo.