Te puedo asegurar que sos para mí lo que ya sabés. La perfumada flor que a mi corazón conquistó una vez. Es que la gracia tuya tiene el encanto de abrasar la pasión del que te quiere tanto.
Y eso quiere decir, no me abandonés, reina de mi amor. Déjame suspirar siempre hasta morir, contemplándote, envuelto en tu mirada llena de fuego y así poder sentir tu cariño fiel que es mi vivir.
Ninguna mujer me puede dar lo que me das, lo que ambicioné y al fin llegó con la verdad. La caricia buena con esa riqueza que vos tenés en el alma que nunca dejó de soñar.
Si fue tu esplendor que con su luz iluminó a nuestra amistad que sólo Dios puede apartar. Feliz y orgulloso me siento al decirte que soy dueño de un querer de un querer igual al que yo te doy.