De lejos, por montañas y quebradas, mojando con mis lágrimas un rezo, temblando ante la dicha de encontrarla; al tibio rancho he vuelto. Las voces de un recuerdo me rondaban me hablaban, entre sueños, de su día. La fiebre de un anhelo me quemaba: ¡besarla y bendecirla!
¡Feliz cumpleaños, mama! Por buena y por sencilla, perfume de cien lilas le traigo en mi emoción, Que viva muchos años, que sea muy dichosa, que sólo lluevan rosas sobre su buen amor. ¡Feliz cumpleaños, mama! Sufrida y pequeñita, canción, alero, agüita... ¡eso es su corazón!
Muy lejos, la serrana de mi vida, le ha dado una nietita que la espera; la viese por las noches, de rodillas, rezando por la abuela. Qué linda está la mesa que ha tendido y el fino mantelito de hilo blanco. La vieja canastilla con los lirios... ¡sus canas y sus manos!