Tango de mi ciudad, malevo y sensual, canyengue y tristón, color de arrabal. Señor de salón, tenés emoción de noche porteña. Vuelve para surgir en danza triunfal canción sin igual que hace sentir con tanta pasión en el corazón su abrazo de amor.
Oigo el cantar de un triste bandoneón, que llora en su canción la pena de un amor que nunca pudo ser, por causa de creer en locos berretines. Todo pasó, no quiero recordar el tiempo que se fue, ya nunca volverá la dicha de tu amor para poder soñar con vos en mi arrabal.
Qué dulzura hay en tu voz, che, bandoneón, con tu chamuyo reo. Tango lindo y querendón, nobleza de arrabal, amores de otros tiempos... Sigue, sigue tu canción para alegrar esta velada linda, suena, suena bandoneón, que siempre tu canción está en el corazón.