El más capullo de mi clase (¡que elemento!) llegó hasta el Parlamento y, a sus cuarenta y tantos años, un escaño decora con su terno azul de diputado del gobierno. Da fe de que ha triunfado su tripa, que ha engordado desde el día que un ujier le llamó su señoría y cambió a su mujer por una arpía de pechos operados.
Y sin dejar de ser el mismo bruto aquel que no sabía ni dibujar la o con un canuto.
El superclase de mi clase (¡que pardillo!) se pudre en el banquillo y, a sus cuarenta y cinco abriles, matarile, y a la cola del paro por no haber pasado por el aro. Vencido, calvo y tieso se quedó en los huesos aquel día que pilló a su mujer en plena orgía con el miembro del miembro (¡que ironía!) más tonto del Congreso.
Y sin dejar de ser el mismo sabio que, para hacer poesía, sólo tenía que mover lo labios.
Y yo que no soy más listo ni tonto que cualquiera, a mis cuarenta y pocos tacos, ya ves tú, igual sigo de flaco, igual de calavera, igual que antes de loco por cantar, por cantar el blues de lo que pasa en mi escalera.
La más maciza de mi clase (¡que cintura!) cotiza la hermosura y, a sus cuarenta y pico otoños, hasta el moño del genio del marido, huyó con otro menos aburrido. Tanto ha prosperado que un Jaguar ha estrenado el mismo día en que la divorció de la utopía un talón con seis ceros que le había firmado un diputado.
Y sin dejar de ser la seductora bruja que escondía bajo la falda una calculadora.
Y yo pobre mortal, que no he gozado sus caderas, a mis cuarenta y pocos tacos, ya ves tú, igual sigo de flaco, igual de calavera, igual que antes de loco por cantar, por cantar el blues de lo que pasa en mi escalera.
Por lo demás ni más ni menos larga que cualquiera a mis cuarenta y pocos tacos, ya ves tú, igual sigo de flaco, igual de calavera, igual que antes de loco por cantar, por cantar el blues de lo que pasa en mi escalera, por cantar el twist de las verdades verdaderas.
Por cantar... el bolero que canta mi portera. Por cantar... una rumba gitana y canastera. Por cantar... aquel tango el día que me quieras. Por cantar... loco por incordiar a los horteras. Por bailar... bajo la lluvia sobre las aceras. Por cantar... vallenatos que amansen a las fieras. Por cantar... hasta que salga el sol por Antequera. Por cantar... con mi primo Rosendo a su manera de vivir..... siempre con gente, siempre solateras. Por cantar... el rock and roll de las gasolineras. Por cantar... un merengue pegado a una palmera. Por cantar... camino de la Habana una habanera. Por cantar... un mambo con smoking y chistera. Por tocar.... esa guitarra carabanchelera. Por cantar... hoy en Pekín, mañana en Talavera. Por cantar... el bugui-bugui de las carreteras. Por cantar... allá en el rancho grande una ranchera. Por cantar... como si el almanaque no existiera. Por seguir... dando el cante hasta el día que me muera. Por cantar... un calipso contra la ley Corcuera. Por cantar... si pones otra ronda, tabernera. Por cantar... en la calle, en el curro, en la bañera. Por cantar... menos un bakalao lo que quieras. Por silbar... al paso de una guapa peluquera. etcétera.