Llegaste como un rayo deslumbrante de luz... ¡Yo andaba por el mundo sin amor ni quietud! ¡Mis ansias ya se habían refugiado entre las ruinas de mi pasado! Traías en tus ojos... en tus labios... tu voz... la cálida promesa de un destino mejor... mis manos y tus manos se encontraron y nuevamente palpitó mi corazón.
Tú... con la magia de tu amor y tu bondad... Tú... me enseñaste a soreir y a perdonar... ¡Ves... yo era un grito de rencor en el trágico final de mi desesperación! Ves... todo aquello se esfumó como brumas en el mar al llegar la luz del sol... Tú... milagrosa musiquita de cristal... Tú... me enseñaste a sonreir y a perdonar!
Qué tristes eran todos mis momentos sin ti... me ahogaba la tortura de rodar sin morir. Cansado de mis penas y mi hastío y de esos viejos recuerdos míos... Tus besos... tus ternuras... tu emoción y tu fe hicieron el milagro de borrar el ayer... aquel lejano ayer ensombrecido que nunca... nunca... nunca más ha de volver.