Cuando deje de vivir a la intemperie, cuando me sonría la vida quiero pillarme un terreno y currarme un jardincito que regaré con amor. Quiero plantar marihuana en los rincones más tristones y llenarlos de alegría, de ilusiones florecidas. También quiero un par de chuchos y si acaso un borriquito, compañeros más que fieles los que me acompañen siempre.
No rompáis el arte a mi manera cuando llevo dosmil lunas nuevas trapicheando en los parques, robando hasta las pilas del mando, añorando mi Guadalquivir, los naranjos de la tierra en que nací.
Y en las mañanas de invierno rancias y duras con niebla y mala hostia, que no se mate mi ansia, que no se estanque mi esmero, que no se esconda los gritos, que no se callen las luces, que no me hablen los secretos ni aun de oro, pero esto cuando deje de vivir a la intemperie, cuando me sonría la vida.
No rompáis el arte a mi manera cuando llevo dosmil lunas nuevas trapicheando en los parques, robando hasta las pilas del mando, añorando mi Guadalquivir, los naranjos de la tierra en que nací.
No rompáis los cuadros que he pintado con escarcha y con fragmentos de mi vida en tantas noches sin tinta embrujado por la añoranza de sentir la brisa amarga que le da nombre a mis sueños y a los ácaros del triunfo que he portado con solera como cuando fue fracaso.