Alguien se despertaba pensando que la niebla ponía un especial cuidado en ocultar el crimen, de allí salía un enloquecedor vaho a petróleo. Estaba en Wall Street.
Era yo quien comprendía asomado en la niebla que aquello era el crimen disfrazado de hormigón con ventanas.
Que se agrandaba perdiendo idea de su altura viéndolos intervenir armados hacia el cielo de otros.
Wall Street banca de sangre, araña de tentáculos que hilan fríamente la muerte de otros.
Pueblos que no se resignan a morir sin estela de gloria y alegría; que no se resignan a querer ya en vida ser pasado.
Era yo quien oía un crujido de huesos sin reposo tratando de escapar de aquellas cuentas secretas donde fueron enterrados.
Robos calculados por tu diplomacia del horror que quisiera la intervención armada, hasta en los astros.
Pero aún arde por América el pulso de agónicas naciones que me gritan con un mismo lenguaje tramando su mortal sacudimiento.
Así un día tus 13 horizontales verán desvanecerse en una libertadora llama de petróleo encendida por pueblos que no se resignan... ...que no se resignan.