Todas las noches conmigo se acuesta a dormir un muerto aunque esté vivo y despierto; confuso es lo que les digo, que es una mortaja, amigo, que se alimenta de hinojo, después se lava los ojos pa' reposar en la tumba y a mi lado se derrumba este finado de anteojos.
Se arrancó del cementerio con una corona puesta; una mujer deshonesta le hizo perder el criterio, esto pa' naide' es misterio, lo digo con amargura aunque yo tenga buenura, al muerto poco le importa y como esta vida es corta anda con tanta locura.
De qué le sirve el consuelo, tal esqueleto es la muerte; de qué me sirve la suerte si me da tanto desvelo, me está causando recelo, el frío lo tiene mudo pero a su llamado acudo porque así será el destino este finado ladino quiso ser mío y no pudo.
Debo de ser muy fatal pa' venir de San Clemente a probar inútilmente lo amargo de este panal; es poca toda la sal que hay en la pampa de Chile pa' curarle las cien miles angustias que le dejaron coquetas que lo humillaron dejándolo sin abriles.
Por fin, amables oyentes, les pido con devoción: recemos una oración por este muerto viviente, es finado inteligente por eso es que yo lo estimo, a su muerte yo me arrimo con esperanza y con fe pero qué hacer yo no sé, y si lo sé no me animo.